Las generaciones se han dividido generalmente en décadas, por mucho tiempo hemos tenido varios referentes para adivinar en qué época creció un individuo. Si de música se trata, basta con preguntar ¿cuál era el género musical de moda en su infancia y adolescencia? pero hay un detalle que también nos podría dar un acercamiento: los diferentes formatos de audio y dispositivos de almacenamiento y reproducción de música que vio nacer.
A prinicipios del sigo XX ya existían algunos tipos de discos de diferentes materiales y velocidades. En 1948 sale a la venta el ‘LP’ o disco de larga duración fabricado por Columbia Records, este disco tenía 12 pulgadas, giraba a 33 revoluciones por minuto y podía almacenar de 20 a 25 minutos de sonido por cada una de sus caras: Lado A, Lado B. Posterior a este, RCA Records creó un formato de menor tamaño, el ‘single’ de 7 pulgadas, a 45 RPM, también conocido como EP, pero la goma de laca con la que eran hechos originalmente estos primeros formatos físicos producía mucho ruido y su vida útil era muy corta lo que llevó a la industria a empezar a usar un material mucho más resistente: el ‘Vinilo’, hoy en día la nostalgia y el auge de elementos vintage como los tornamesas, han traído de nuevo al LP y algunos artistas sacan sus propias ediciones especiales en este formato.
En los años 60’s llega el cassette. La empresa holandesa Philips lanzó al mercado el primer dispositivo de audio basado en el almacenamiento en cinta magnética, el Audio Compact Cassete venía con capacidad de 30, 45, 60, 90 y hasta 120 minutos. Al iniciar su distribución su calidad no era mejor que la del Vinilo, pero con los años su sistema fue mejorando hasta su mayor auge en la década de los 80’s cuando, gracias a la compañía japonesa Sony, llegó a manos de los consumidores una grabadora portátil de bolsillo, el walkman.
Casi dos décadas después, en Alemania emergió el Disco Compacto, un sistema de grabación de audio digital con una capacidad entre los 74 y 80 minutos y, en teoría, hecho de un material más resistente y con mayor calidad de sonido que su predecesor el cassette. En los noventa los equipos de música ya venían con un lector de CD incluído, lo que convertiría a éste en el estándar más popular de almacenamiento y reproducción musical, desterrando así definitivamente al formato de cinta magnética y al Walkman, que hasta ese momento fue un famoso dispositivo y artículo de moda usado por toda una generación, pero así mismo la hegemonía del Disco Compacto tampoco sería eterna.
La gran capacidad de almacenamiento que requería el sistema de CD era un gran desafío para las conexiones de internet de los 90s, compartir archivos musicales era un reto imposible hasta que Karlheinz Brandenburg, científico alemán, crea la que sería la solución: el formato .mp3. Con la idea de lograr difundir el sonido digital, Branderbug y su equipo inventaron un nuevo estándar de codificación que comprimía el audio, logrando una calidad similar al cd y, aunque este sistema no fue creado para esta misión, la mejora en las conexiones de internet llevaron a este formato a convertirse en la forma más sencilla de alojar y descargar música de forma ilegal desde numerosas páginas web, transformándose en uno de los grandes desafíos de la industria musical.
Es en este contexto de revolución donde nace Napster, el primer servicio de distribución de música en formato .mp3. Sean Parker y Shawn Fanning lanzaron su software en 1999, era una gran red de ordenadores conectados que aprovechaban conjuntamente los recursos de cada equipo para intercambiar de forma directa sus archivos (lo que se conoce hoy en día como redes peer-to-peer), bastaba con teclear el nombre de una canción para recibir una versión digital descargable de la misma ¿Suena familiar? Pero la controversia continuaba y en el año 2000 se intensificaron las demandas hacia este servicio, en el 2002 esta plataforma deja de funcionar como sistema de intercambio de datos gracias a la presión de sellos y artistas, pero con Napster y las redes P2P había nacido un nuevo modelo de distribución que puso en jaque a toda la industria de la música, dispositivos de reproducción de mp3, mucho más compactos que un walkman o un discman, inundaron el mercado y la música se podía descargar y llevar a todo lado, la batalla parecía perdida.
En el cambio de siglo las conexiones a internet habían mejorado considerablemente y es en ese momento cuando llega Itunes Store, la primera tienda online que ofrece un servicio de descarga de música legal y a precio justo, la cual además otorgaba garantías a todos los actores de la cadena de valor del sector musical, pero aprovechando las nuevas tecnologías. El futuro había llegado de la mano de Apple, quien además integraba estos servicios con sus equipos, pero pronto una nueva compañía daría el siguiente paso.
En el 2008, los suecos Daniel Ek y Martin Lorentzon lanzan: Spotify, este servicio eleva la apuesta desde su llegada ofreciendo a los usuarios la posibilidad de escuchar música online sin tener que descargar los archivos en sus dispositivos. A pesar de ser una idea revolucionaria, el costo del mantenimiento de esta plataforma más las dificultades en los contratos con los sellos solo generaban pérdidas para los fundadores, hasta que Sean Parker, cofundador de Napster, decide invertir en la multiplataforma sueca inyectando un gran capital y los aprendizajes que había adquirido en años de desarrollo y conflictos con la industria. Parker fue un actor importante en la compañía abriendola al mercado estadounidense y negociando durante varios años los acuerdos con los sellos, las suscripciones a la plataforma se doblaron y Spotify empezó a convertirse en la plataforma digital predilecta.
Aunque Spotify no puede reclamar ser pionero del streaming, su modelo de negocio sí cambió a toda una industria. Los artistas, aunque siguen teniendo ingresos por los derechos de sus canciones y se ven menos afectados por la piratería, las plataformas como Spotify los llevaron a buscar en las giras de conciertos y la cercanía con sus seguidores sus mayores fuentes de ingreso. En la actualidad, Spotify es la plataforma con más suscripciones de usuarios, pero ya existen otro tipo de aplicaciones que replican sus servicios, estas plataformas digitales se han convertido en la gran apuesta de la industria musical, así lo demuestra el reporte más reciente del banco de inversión Goldman Sachs titulado ‘Music in the Air’ que proyecta que para el 2030 la cantidad de suscriptores de streaming superará los mil millones de usuarios. Así mismo el reporte global de la música del IFPI presenta las cifras de crecimiento de la música grabada a nivel mundial en el 2018 y un incremento de ingresos por transmisión pagada del 32,9%, donde además se reportaron 255 millones de usuarios de pago registrados en plataformas digitales .
El mundo avanza cada vez más rápido y el cambio generacional y los grandes saltos de la tecnología ya no necesitan de décadas enteras. Hoy en día los Millenials y los Centennials están asumiendo nuevos roles en la adquisición de bienes y servicios y nos queda por preguntarnos ¿Qué nuevos formatos y modelos nacerán?
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