En tiempos de ‘Pandemonium’ que la música no deje de Circulart
En el contexto de una crisis pandémica que está poniendo al mundo a pensarse en otras dimensiones, somos conscientes que las artes están siendo golpeadas, y dentro de ese espacio, son muchos festivales, conciertos y eventos cancelados o pospuestos en el mundo entero.
Teatros, museos y otros espacios culturales han suspendido sus actividades, y muchos tratan de continuar a través de plataformas web y las herramientas tecnológicas, brindando este acceso de manera libre y gratuita como contribución a ese “permanecer en casa” que se propone desde las esferas de gobierno.
La propagación e intensidad del virus es más que preocupante y queremos expresar nuestra solidaridad con todo el sector cultural: los festivales, artistas, audiencias y las familias afectadas por esta crisis, y, desde luego con todos los que desde diversas posiciones hacen posible que la magia de la producción cultural y su relación con el espectador sea un momento único e irrepetible.
Muchas horas de trabajo y desvelos puestos al servicio del desarrollo de ideas creativas crecerán en este periodo de cuarentena y distanciamiento social como un momento de pausa y reflexión que servirá para proponer nuevas ideas, para aprovechar el descanso de la rutina diaria y prepararnos para ediciones aún más emocionantes de nuestros festivales, ferias, mercados, encuentros y todos esos espacios que significan recuperar el contacto personal, socializar, interactuar en directo con los demás y no a través de pantallas, a dejar de lado el aislamiento y volver a sentir el calor de las relaciones personales y la energía de las manifestaciones colectivas, sean culturales o de cualquier otro tipo.
En esta especie de “entrar en pausa” universal, la propuesta de uso del tiempo orientada a los confinados (desde luego con una gran masa de excluidos, tanto desde la dimensión cultural propiamente dicha como desde la posibilidad de acceso a contenidos digitales) ha sido recurrir a la cultura. Se ha accedido a ella sobre todo por diferentes medios digitales, o por la televisión abierta y de pago, y esta se ha mostrado generosa, a través de enlaces, visitas virtuales a museos, obras de teatro, o piezas de danza, películas, lecturas de textos literarios y todo un sinfín de contenidos ligados a dispositivos tecnológicos y múltiples ofertas de conferencias, foros y encuentros en las redes sociales. Desde luego no es considerada, en las prisas por llenar ese “tiempo vacío” en la gratuidad de la mayor parte de esa oferta, ni en que los artistas que abren sus creaciones al disfrute público de manera generosa han dejado de percibir ingresos para su sustento.
Nos utilizan y acercan al espectador ante un espejismo, nos invitan a disfrutar de la “cultura del confinamiento”, en una especie de prueba piloto de la digitalización universal, sin que de allí se derive la emoción estética de la aproximación a la obra viva, representada, escuchada, palpada, se trata acaso de decretar, nuevamente la muerte de las artes vivas?.
Somos conscientes en nuestro sector de que la recuperación será ardua y larga. Especialmente, vamos a tener que enfrentar, por un lado, el tradicional trato que recibimos de parte de los gobiernos de nuestro espacio cultural común iberoamericano y, por otro, con lo que será un largo proceso de recuperación de la confianza, después del miedo y rechazo por una parte de la ciudadanía cultural a volver a reunirse, relacionarse y disfrutar colectivamente de las manifestaciones culturales.
El asunto de la lucha contra la cultura del miedo no es solo una trama de la acción de las instituciones del gobierno, sino que debe ser apropiada singularmente por parte de los movimientos sociales y creativos.
El miedo como relación social expropia la energía del cuerpo y la capacidad de construir un mundo del habla, la conversación y la imaginación. Si bien en este camino se ha avanzado significativamente, el confinamiento genera una relación con el “afuera” y con el “otro” que habrá que valorar en los nuevos contextos post pandémicos.
Desde esta perspectiva pedimos a los gobiernos nacionales, regionales y locales de latinoamérica que se ponga especial interés en buscar los espacios participativos y de consenso necesarios para considerar y reactivar la presencia de la cultura y las artes de tal suerte que podamos hacer de la cultura un tipo de relación social que mejore la vida y abra nuevas perspectivas para cada uno de nuestros países, pero asumiendo la difícil realidad que se configura en el mundo contemporáneo, la cultura es un recurso de la especie humana por superar sus propios déficits de sentido y de existencia, y por ello, su capacidad crítica no solo de la condición de su calidad interna sino sobre todo lugar para que la vida de cada cual se haga una empresa de aventura que amplíe recurrentemente los límites a los que somos sometidos en los tiempos que corren.
Desde el punto de vista práctico proponemos algunos referentes para las acciones a diferentes niveles:
- Planificación de las acciones de las instituciones culturales públicas nacionales regionales y locales: Ha pasado el tiempo, y los países, los territorios, y algunas autoridades sectoriales, han tratado de dar respuesta a través de medidas sociales y económicas que consideran adecuadas por parte de sus gobiernos, atendiendo a la inmediatez, pensando en la seguridad alimentaria y la salud, en agilizar convocatorias públicas y en el acceso a algunos limitados recursos, pero aparte de la coyuntura tenemos que proponernos mirar más allá, entender que la cultura es un componente esencial de esa vuelta a la vida, a la cotidianidad y al mundo que debemos reconstruir, y ello requiere especialmente dotar de recursos económicos adecuados a los ministerios o instituciones públicas del sector, en nuestro caso sugerimos especial atención para el sector de la música independiente que ha sido clave para sobrellevar la crisis.
- Lo jurídico: Adicionalmente revisar la normatividad vigente, y adoptar medidas de contingencia con reglas claras y flexibles para la gestión de los eventos que deben aplazarse o cancelarse, y los compromisos que se adquieren por parte de los creadores y las organizaciones culturales.
- Lo económico: Es importante que los gobiernos nacionales, regionales y locales, en la medida de sus posibilidades y rangos de actuación, adopten planes con medidas como la protección a trabajadores y empleados independientes o “intermitentes”, subsidios de desempleo, apoyo para el pago de nóminas de los trabajadores de pequeñas empresas, acceso a préstamos sin comisiones y reducción de los tipos de interés, postergación en el pago de alquileres/arriendos e hipotecas, desgravaciones fiscales y reducción del IVA, suspensión/postergación de impuestos y pagos a seguridad social o fondos de pensiones, e iniciativas fiscales para estimular las inversiones y la recuperación tras la crisis. En síntesis: Proponemos la eliminación temporal de impuestos para todos los servicios y bienes culturales.
- Promoción de la asociatividad y de las acciones sectoriales: La asociatividad es frágil en la mayoría de nuestros países y el diálogo intersectorial debe darse en condiciones de solidaridad e inteligencia para generar propuestas de consenso y actuaciones de fortalecimiento de todos los que pertenecemos al mundo de la industria musical y su cadena de valor. No basta el lobby sectorial, debemos actuar como actores de un importante sector de la cultura que genera empleo y valor.
- Papel de las entidades de gestión: Sabemos que en el contexto de nuestra América no todas las sociedades de gestión cumplen papeles de liderazgo sectorial, no obstante creemos que las entidades de gestión (de autores, intérpretes y productores) deberían actuar, canalizando la solidaridad de los artistas mainstream para con los del sector independiente, crear fondos de emergencia para sus miembros más vulnerables y ofrecer adelantos de las regalías y préstamos sin intereses.
- Relación con las plataformas de servicios digitales: A nivel mundial se han presentado algunas acciones de las grandes plataformas, pero existe un tejido de pequeñas y medianas plataformas en nuestros países que gestionan los servicios de streaming y recaudan derechos de autor y conexos, estas empresas deben ser apoyadas, pero tanto estas como las plataformas internacionales deben ser invitadas a, pagar las liquidaciones de manera ágil, ofrecer adelantos a todos los titulares que lo necesiten, fomentar la música y los artistas locales con playlists, y apoyar las campañas y acciones locales en redes sociales.
- Los medios de comunicación: Las emisoras de radio, públicas y privadas, la televisión y otros medios deberían promover la música y artistas locales con un mayor contenido en su programación de la música nacional y local, poner el foco en artistas independientes, promocionar nuevos lanzamientos locales, apoyando las campañas y acciones locales en sus redes sociales.
- Buenas prácticas: Monitorear y divulgar las buenas prácticas que podamos referenciar de los países de la región, desde lo público hasta lo gremial o lo privado, apoyar los estudios que se están realizando para que se objetiven las referencias cuantitativas del sector, tales como pérdidas económicas, empleo, impacto en el turismo de eventos, etc.
- Atención a los lineamientos de los organismos supranacionales: La voz de los organismos supranacionales, tales como Unesco, OEI, SEGIB, etc. y su impacto en las acciones de gobierno en nuestro ámbito geográfico, son necesarias en este momento en que se necesita alinear las políticas públicas para la recuperación del sector. Participar de sus convocatorias, suplir de información, y proponer acciones a través de fondos de ayuda internacionales gestionados por ellos, o acceso a créditos en la banca multilateral, son necesarios para complementar los planes nacionales e impulsar la recuperación económica sectorial.